viernes, 13 de marzo de 2009

Acoso con Principio

Sirva este oportuno ejercicio para desmitificar el acoso: No hablamos de abrazar al gordo sudoroso que en el metro se le encima a una, ni de la subordinada que busca colocarse en mejor posición en la empresa colocándose en diversas posiciones en la mesa.

Hablamos de la insistencia obsesiva sobre el sujeto de deseo que convierte en fetiche al ente perseguido, pero además, en inspiración para la música, la poesía, "el sexo, el rock y la droga" y, por supuesto, para los no tan casuales encuentros subrepticios.

Uno que quiere aprender a amar debe saber gustar y "ser gustado".

Mis queridos cómplices: Me gustan y habré acosarlos, irreparablemente, en los ratos que nos quede por compartir.

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