Ella no creía en el futuro, creía en el ayer, en vivir hoy para recordar. No le interesaba otra cosa que recordar, le disgustaban los planes que fueran más allá de una semana, le disgustaba la complicación que supone acordar la segunda vez, más la tercera o la cuarta. Era imposible que pudiera convencerla con el viejo cuento del futuro aunque no fuera cuento, no creía en el después de ayer y sí en lo pasado pasado, así que le dio rápidamente vuelta a la página. Para mí la complicación era el presente, en el hoy me resultaba imposible darle todo, mostrarle que podíamos compartir muchos tragos y muchos besos. Como sea, o como haya sido, lo nuestro siempre fue una quimera pero me hubiera gustado que no, que olvidara el cinismo romántico y que yo hubiera dejado el romanticismo cursi.
jueves, 14 de mayo de 2009
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