lunes, 12 de octubre de 2009

La eterna primera vez


No hay mito más grande que “la primera vez”, y es tanta la mentira que lo envuelve, que hace que ese momento acabe siendo todo, menos lo que pensaste. Es obvio, una llega inexperta esperando sentir algo que describen casi como mágico, para al final encontrarse con una sensación extraña e incluso dolorosa.

En la cama, no cabe duda que el papel del “otro” es fundamental, desgraciadamente son pocos los “otros” dispuestos a que disfrutemos, aún a costa de su disfrute. Y así en nuestra cultura, machista por excelencia, abundan los orgasmos fingidos y el sexo con dolor, más que con amor. Es por eso que algunas mujeres se quedan en la primera vez toda la vida; no conocen lo maravilloso que resulta la décima o la veinteava vez.

La eterna primera vez se convierte entonces en un suplicio para ellas, el fingir se vuelve desgastante, y así transcurre el tiempo, hasta no queda más que un vacío de ganas entre la pareja.

En fin, a las mujeres víctimas de este estado, que deben ser la mayoría en nuestro país, las compadezco, porque no son capaces de levantar la voz, de exigir lo que ellos obtienen casi de trámite. Por otra parte, ojalá que esos hombres, que actualmente se conforman con pensar que ellas sienten algo que en verdad fingen, algún día enfrenten la verdad, aún a costa de lastimar su frágil ego.


Pdta. No es casual que si le preguntas a una mujer que si ha sentido un orgasmo te diga: “no lo sé”.

viernes, 7 de agosto de 2009

Universalmente particulares

¿Es que solo hay una mujer en el mundo? Constantemente encuentro ragos compartidos en distintas mujeres, pero no me refiero a rasgos universalmente (u occidentalmente) adjudicados a la mujer. No es el gusto por lo rosita sobre lo café tabaco, ni la manera en que se emocionan con las películas gringas que presentan la misma historia en formatos casi distintos, no, me refiero a rasgos que yo consideraba particulares en una mujer y que después encuentro en otra y luego otro rasgo de ésta en otra, y así sucesivamente, hasta llegar a tener esta sensación de que estoy con la misma mujer con la que empecé una relación tormentosa hace casi diez años pero en otro cuerpo y con rasgos que considero particulares pero que después seguramente encontraré en alguien más.

Acaso todas las mujeres toman un curso al que los hombres hemos sido excluidos y en el que se tocan temas como "nombres mediocursis pegajosos particulares para cosas comunes", "mirada inocente que pide perdón pero que al mismo tiempo oculta un pensamiento de que te está dando la vuelta", o "búrlese de su hombre de una manera sutil que a él le cause ternura y no quiera más que abrazarla y comerla a besos". No sé, son algunos de los temas que hoy me vienen a la mente en esta noche de soltería forzada en que me he portado físicamente bien, el caso es que me sorprende, me gusta y me asusta esta generalidad de particularidades que las mujeres van compartiendo, por un lado es bueno porque te prepara para reaccionar en el futuro ante ciertas situaciones, además de que en una de esas puedes preguntarle a esa nueva chica lo que nunca te atreviste a preguntar sobre alguna de estas particularidades, v.g. Exactamente ¿Qué son los "cariñitos"? o "¿Por qué rien de esa forma cuando uno quiere hablar en serio? o ¿Por qué no creen lo que les digo cuando se los digo?

En fin, divinas mujeres ya lo dijo el autor de esa canción, creo que es un tal Urieta, pero si me equivoco corrígame alguien.

Voy a recoger todo lo que hay en la cama para dormir, que como dije, hoy fue una noche de soltería y nadie me ayudó a qutiar cosas de la cama para hacer el amor, al contrario, solo me ayudó a dejar cosas que no suelen estar ahí.

jueves, 16 de julio de 2009

Del coraje y para que perdure

Desde su primera tierna infancia se revela la actitud del acosador. Entonces no es sino buscar el roce de la compañerita mejor peinada, la más alta, la de piel más clarita o la de voz más suavecita.

Cualquier evento en la escuela se convierte en arena para la competencia encarnizada, y a veces desleal, entre los que se animan a hablarles a las niñas bonitas y aquellos que han decidido acomodarse plácidamente en su papel de niñitos idiotas otros veinticinco años.

Ella era delgadita, alta, de cabellos oscuros, con las discretas dimensiones de una niña de trece años. De hecho, lo más bonito que en ella había era que su carita resultaba la más común y, por gracia de Dios, la menos "aniñada".

Una mañana en la escuela, en uno de esos días que debían ser de lo últimos de clase, me animé a confesar a mi mejor amigo que ella me gustaba. Total, el desahogo en esas condiciones nos hace pensar que se ha dado un paso. Uno muy chiquito o hasta inutil, pero paso al fin.

Al otro día fuimos a ver una película "en bola". Grande fue mi sorpresa cuando, entre el alboroto de mis amigos escuchándome narrar la forma en como me escabullí del beso de la niña que me acosaba, pude ver que se acercaban mi (mejor) amigo y la niña que me gustaba tomados de la manita como quienes merecen amor... y conocerse... y bebearse... y morderse sus partidos labiecitos de mocosos.

Años pasan y el odio no parece ceder.

En cuanto me tuvieron cerquita separaron sus pecaminosas manos. Yo iba a hacer como que no me importaba pero hay que tomar en cuenta que si pasados veintisiete años nos cuesta trabajo disimular el completo encabronamiento, a los trece es una misión perdida.

Como estaba de mamón y callado, ella me dio una inmerecida cachetada nomás pa´ hacernos sentir como que estabamos creciendo.

Ella lo sabía y a él se lo había confesado un día antes. Como rezan los canones, esos que si perduran: cada quien jaló agua a su molino y "el menos idiota de los dos" se quedó a desquintar, desvirgar y magullar lo que por nobleza de sentimiento me correspondía, pero que la cobardía y mi ser pusilanime e infantil logró anular.

Estuvieron juntos cuatro años. Nomás

(Mucho) Tiempo después me desqui-n-taría, me sacaría la espinota y le daría vuelta a la página.

¡Cómo duele el primer amor, sobre todo cuando nunca ocurrió!

jueves, 14 de mayo de 2009

Quimera

Ella no creía en el futuro, creía en el ayer, en vivir hoy para recordar. No le interesaba otra cosa que recordar, le disgustaban los planes que fueran más allá de una semana, le disgustaba la complicación que supone acordar la segunda vez, más la tercera o la cuarta. Era imposible que pudiera convencerla con el viejo cuento del futuro aunque no fuera cuento, no creía en el después de ayer y sí en lo pasado pasado, así que le dio rápidamente vuelta a la página. Para mí la complicación era el presente, en el hoy me resultaba imposible darle todo, mostrarle que podíamos compartir muchos tragos y muchos besos. Como sea, o como haya sido, lo nuestro siempre fue una quimera pero me hubiera gustado que no, que olvidara el cinismo romántico y que yo hubiera dejado el romanticismo cursi.

domingo, 3 de mayo de 2009

Reflejos

Una mañana cualquiera desperté, a diferencia de otros días, me sentí lista dos segundos después de apenas haber mirado la tímida luz que entraba por aquella ventana, cómo le cuesta trabajo filtrarse a través de aquellas cortinas azules oscuras.

Lo mejor para comenzar el día es una ducha caliente, pensé. Así que tomé la bata y caminé hacia el baño que se encontraba a diez pasos, es lo bueno de los pequeños departamentos, nada está a más de diez pasos.

Ese día noté aquel espejo detrás de la puerta que nunca se había hecho notar, quizá porque no había yo encontrado nada interesante que pudiera ofrecerme, sino apresurados referentes para colocar el labial antes de salir corriendo por las mañanas. Ahí estaba yo frente a él, con una mirada profunda y misteriosa, como si tuviera algún plan desde hace mucho tiempo y estuviera a punto de llevarse a cabo.

Ahí también junto conmigo, estaba mi cuerpo y mis ganas. Bah, pero que tonterías, me dije a misma. Yo no tenía ningún plan maestro, mi vida era cotidiana, era una mujer que gustaba de seguir su agenda, trabajar hasta tarde, respetar lo que llaman las buenas costumbres; buena compañera, amiga, novia e hija; tierna, amorosa y apacible, como lo marca el manual.

Pero aquella imagen semidesnuda decía mucho más que las buenas costumbres; era yo misma, con impulsos y deseos, aquellos que solo aparecen dosificados una vez a la semana, y que ahora juntos sabía que estaban insinuando algo. En ese momento noté que el cuarto empezaba a llenarse de vapor, así que pensé que era hora de que el agua diluyera aquellas ideas que empezaban a convencerme.



lunes, 13 de abril de 2009

Aves de paso

A todas ustesdes:

Hace tiempo que quería escribirles mis queridas aves de paso. No lo hacía por no herirla a ella, a la que siempre estuvo presente y constante, pero hoy, con este velo de misterio y anonimato, creo que será imposible herir susceptibilidad alguna. La cosa es que desde que escuché la canción que da título a esta entrada, no dejé de valorarlas y algo en mi me quemaba por reconocerles lo buenas y bonitas que fueron conmigo.

Por supuesto, no todas fueron iguales, el común denominador fue la temporalidad limitada de lo nuestro y la carnalidad que nos unía más que cualquier otra cosa. Pero a algunas las quise más, de verdad que lo hice, de verdad que pensaba en ustedes y a veces en la soledad anhelaba haber dicho otras palabras, haberme comportado mejor, haber hecho algo que no las alejara de manera abrupta de mi lado. Seré un romántico, pero todas fueron especiales y a todas las recuerdo con felicidad, incluso a aquellas cuyos cuerpos o besos eran muy flojos y/o insípidos, incluso a ustedes que no conocieron mi nombre ni yo el suyo, y que entre la embriaguez decidí que eran la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra.

Con cada una de ustedes llegué a diferentes estadios de la pasión, pero la alegría de mi recuerdo no tiene que ver con si tuvimos sexo o sólo nos besamos tímidamente, tiene que ver con la felicidad que le dieron a mi cuerpo y a mi pensamiento en tiempos difíciles, de soledad, de anhelo de besos diferentes, de cuerpos diferentes, de palabras y gemidos diferentes. No diré nombres, pero fue maravilloso poseerlas y sentirme poseído aunque fuera por sólo unas horas, a veces unos minutos. Con algunas las historias parecieron quedar inconclusas, y sin embargo por ustedes o por mí, ya no concluirán, olvidaremos las promesas de escapadas a hoteles de bajo precio o a cabañas en el bosque. Ya no engañaremos a nadie con el cinismo (¿inocente?) con el que solíamos hacerlo.

Gracias por sacarse los prejuicios y las telarañas, gracias por ser libres y hacerme libre, gracias enseñarme tantas cosas, gracias por guardar el secreto, gracias por dejar nuestros caminos se cruzaran cuando menos una pero maravillosa vez.

Gracias por soportar tanto acoso irreparable.

viernes, 13 de marzo de 2009

Acoso con Principio

Sirva este oportuno ejercicio para desmitificar el acoso: No hablamos de abrazar al gordo sudoroso que en el metro se le encima a una, ni de la subordinada que busca colocarse en mejor posición en la empresa colocándose en diversas posiciones en la mesa.

Hablamos de la insistencia obsesiva sobre el sujeto de deseo que convierte en fetiche al ente perseguido, pero además, en inspiración para la música, la poesía, "el sexo, el rock y la droga" y, por supuesto, para los no tan casuales encuentros subrepticios.

Uno que quiere aprender a amar debe saber gustar y "ser gustado".

Mis queridos cómplices: Me gustan y habré acosarlos, irreparablemente, en los ratos que nos quede por compartir.

sábado, 7 de marzo de 2009

Del término "acosar"

Lo irreparable del acoso se debe al acoso mismo, el cual no es otra cosa sino una obsesión que impulsa al acosador a ser perseverante hasta obtener su objetivo, y que por lo tanto debe tener algún tipo de mérito.

De acuerdo con el diccionario, la palabra “acosar” significa “perseguir, apremiar, importunar a alguien con molestias o requerimientos”, definición que me parece limitada.

Mi idea es que hay dos tipos de acoso, aquel que es realmente molesto e insoportable, y otro tipo de acoso que, dependiendo sobre todo del acosador y del momento del acoso, incluso pueden causar placeres subconscientes a los acosados, quienes lo externan a través de la victimización.

Sirva de advertencia para los lectores, que estos acosos pretenden ser más del segundo tipo que del primero.....

viernes, 6 de marzo de 2009

Bienvenida

Aquí empezamos este Acoso Irreparable, acaso solamente e irreparablemente el recuerdo de antiguos acosos, o la premonición de nuevos y más irreparables.
Este espacio pretende sobrevivir entre seis manos y tres cabeza, lo que si bien resultará complicado, por otra parte puede resultar bastante erótico, o quién no se ha imaginado en un espacio reducido, entre muchas manos y muchas respiraciones, sin saber bien a bien el desenlace posible.
Solo el tiempo dirá en que termina este Acoso Irreparable que casi interminable en el que estamos inmersos unos con otros y con los demás.